Nuestro último día en San Martín de los Andes, decidimos usarlo yendo a la playa de Quila Quina. Fuimos en barco para hacer el viaje más entretenido para los chicos (y ahorrarnos algo de tiempo). El ticket lo compramos el día anterior ya que eso es lo que te piden.
Cerca del mediodía partimos rumbo a la playa. Cuando llegamos, buscamos un lugar donde ubicarnos. Había bastante gente y no hay mucha sombra en el lugar. El sol te doblega y te obliga a buscar refugio, por lo que nos fuimos más hacia los laterales de la playa hasta ubicarnos debajo de la sombra de un árbol.
En sí la playa no es muy pintoresca comparado con otros lugares, pero era un lugar más para conocer.
Luego de un rato, me fuí a caminar y llegué a lo que luego encontré que se llama la Puntilla Quila Quina donde hay una playa muy linda pero sin parador. Estará a unos 600, 700 metros de la playa principal. La vista es genial porque estás justamente en una punta y se ve bien amplio todo el lago Lácar. No había mucha gente pero los que estaban tenían sombrillas ya que no hay mucho lugar para resguardarse del sol ahí tampoco.
Ya cuando volví, decidimos almorzar en el Resto Bar Quila Quina y todo lo que pedimos estaba muy bueno.
Luego de almorzar los chicos se divirtieron saltando del muelle para más tarde ir a dar una vuelta en kayak por el lago.
Ya cuando terminó el turno, volvimos en el barco que sale a cada hora, para luego volver al hotel a prepararnos para cenar.
Para nuestra última noche, elegimos Doña Quela que estaba cerca del hotel (todo está cerca igual). Los platos no estaban mal, pero el mío particularmente no estaba nada bueno. Salvaron la noche el señor que tocaba el piano y el show de tango.
Luego dimos unas vueltas por el centro y volvimos al hotel.