Después de Londres viajamos a París. La primer impresión que tuve fué que era muy parecida a Buenos Aires pero del primer mundo. Al caminarla los días siguientes me di cuenta que la ciudad es ENORME, muy uniforme y muy interesante.
Arquitectónicamente no me volvió loco. Más que nada porque muchas de las construcciones que hay en Buenos Aires, Capital Federal, son muy parecidas. Obviamente que Paris está mejor mantenida, es más limpia, más segura y tiene sus atractivos particulares. Pero el paisaje no fué tan diferente.
Existen muchos cafés en las calles donde la gente se sienta a comer o a tomar algo, tal cual a mi querida Buenos Aires. Eso sí, las sillas miran todas hacia afuera. Incluso parece como si se sentaran en un teatro, todas las sillas mirando hacia el mismo lado (la calle) y la gente tomando un café y viendo al resto caminar.
El clima es un poco mejor que el de Londres. Tuvimos días más soleados y por su ubcación geográfica no anochece tan temprano en esta época del año.
Los lugares que valieron la pena ver fueron Sacre Coir (???), la torre Eiffel (imperdible ir hasta arriba del todo), la tumba de Napoleón en el museo de Armas, Champs Elysee, los jardines de Luxemburgo, el arco del triunfo, etc. Es una ciudad que es para caminarla por más grande que sea.
Si quieren ir a visitar Versalles, y van a ir en tren, asegúrense de pedir bien las indicaciones. A nosotros nos pasó que nos guiaron mal y terminamos perdidos en la red de trenes en las afueras de París. Fue un muy mal momento porque en cuanto uno se aleja de la ciudad la gente ya no habla ni inglés y menos español. Tampoco hay puestos turísticos. Para los porteños, imagínense que dos parisinos quieran ir a ver la Basílica de Luján y terminen en los alrededores de San Miguel intentando pedir indicaciones para llegar. Por suerte una mujer se apiadó de nuestra cara de desesperación y con su escaso inglés nos metió en un tren que nos dejó en el centro de París. Versalles, te visitaremos la próxima vez.