Hace tiempo que tengo esta teoría en la cabeza y cada vez que tomo un taxi no hago mas que comprobarla. Y es mas o menos así.
Después de haber tomado varios taxis en mi vida, creo que todos podemos coincidir en que el taxista es un personaje muy particular. Creo yo, que se convierte en particular por estar encerrado 12 horas en un auto, pero mas que nada por tener que lidiar con el transito de la ciudad (Capital Federal en este caso). El dato no es menor. El trafico es cada día peor, la gente en la ciudad vive a un ritmo aceleradisimo, y en muchos casos ni siquiera se tiene tiempo de sentarse a almorzar por lo que se come algo “al paso”, lease pancho y coca o hamburguesa.
Este combo asesino hace que el taxista viva lidiando con la mala comida, el malhumor de la gente acelerada, una dieta que deja mucho que desear, entre otros factores agravantes.
Es por eso que encontré un pequeño patrón en varios taxistas. Muchas veces cuando nos tomamos un taxi, el conductor se nos pone a hablar. Y ahí viene lo interesante. He tenido la oportunidad de:
- Que me lleve un ex-gerente de Coca Cola USA que tuvo que venir a vivir a Argentina porque había que operara a la madre acá y no le mantuvieron el puesto desde la sede central en este país.
- Que me lleve un taxista estaba harto de la ciudad pero había tomado una filosofía de tranquilidad para no volverse loco, y a los 3 minutos literales estaba cagandose a puteadas con otro auto cuando la culpa la había tenido él
- Que me lleve un taxista que al primer comentario que le hago me responde con un “disculpá pero no quiero hablar” y a los dos minutos me estaba contando de su problema matrimonial y como la fajaba a la mujer
- Que un taxista de 200 kilos cuente como se había hecho una lipo y que le colgaban las carnes por todos lados, llegando a ofrecer “mirá, mirá, agarra este colgajo”, indicando los dos metros y medio de piel que le colgaban por abajo de los brazos
- Que me canten un tango gritando (no fuerte, sino GRITANDO)
No todos son así, pero tengo la teoría de que muchos de ellos, inventan cosas o hacen cambios de personaje. El motivo es simple: diversión. Es una forma de escaparle a la dura realidad de conducir 12 horas en el caos que es la ciudad.
Y esto funciona mas o menos así:
Se sube un pasajero y el taxista decide inventar, por ejemplo, que fue gerente de Coca Cola USA. Se fija en la reacción del pasajero y con esto va probando su “mentira”. Su entretenimiento es ver las reacciones de los pasajeros. Van probando roles, identidades, historias viendo como reaccionamos nosotros, los pasajeros. Se van armando de un repertorio de mentiras para entretenerse.
No digo que todos sean así, ni que algunas historias no sean verdaderas, pero el patrón esta. Hay historias que son inconcevibles. A mi no me jodan.
1 comment
Mira por donde Emiliano que coincidimos en el tema. Aunque lo que escribí hace ya años en mi viejo blog sobre Buenos Aires me la trague (http://cronicasdesdebuenosaires.blogspot.com/2006_05_07_archive.html), igual era cierto. Lo que ocurrió es que a esas alturas de mi estancia aun no me había dado cuenta de sus mentiras. Ahora si. De hecho tengo un gran amigo tachero que incluso tiene un blog donde cuenta anécdotas verdaderas. (taxinarradores.blogspot.com) . Es un buen escritor.
Yo no tengo auto y he tomado miles de taxis en 7 años y pico. Son historias increíbles. Opino lo mismo con respecto a los motivos de su desesperante trabajo en que tienen que pagar para trabajar pues están sometidos por una mafia sindical que favorece la obligación a dar unos 300-400 pesos diarios al dueño que les explota. Si eres dueño y no chofer, todo bien.